Científico español, nacido en Villaro (Vizcaya) en 1763 muerto en Madrid en 1822. Destacó por sus estudios en fisiología, química y medicina.
Era hijo de un médico alavés, José Santiago Ruiz de Luzuriaga, amigo personal del conde de Peñaflorida y miembro de la Sociedad Vascongada de Amigos del País, que había destacado por su labor como higienista, especialmente en la difusión de la variolización en el País Vasco.
Bajo la dirección de su padre, Ignacio María Ruiz de Luzuriaga, recibió una educación típicamente ilustrada. En 1777, cuando tenía quince años, ingresó en el Real Seminario Patriótico de Vergara, que acababa entonces de inaugurarse. Allí estudió humanidades, matemáticas, física y química. Entre sus maestros figuraron el físico Francisco Chavaneau y el químico Luis José Proust que, durante su primera estancia en España, dio un curso en el Seminario. Antes de abandonar Vergara, Luzuriaga presentó, como trabajo escolar, la traducción de un discurso sobre higiene naval que John Pringle había leído cuatro años antes en la Royal Society de Londres. Aparte de griego y latín, su padre le había hecho estudiar inglés, francés e italiano.
Luzuriaga permaneció en París cuatro años, y estudió junto a varias celebridades científicas de la época, como eran los químicos Pierre Joseph Macquer y Antoine Fourcroy, los naturalistas Laurent de Jussieu y Louis Daubenton, el anatomista Antoine Portal y los médicos François Chopart y Pierre Desault. A finales de su estancia en la capital francesa, publicó su primer trabajo científico, relativo a la descomposición del aire atmosférico por el plomo, en la revista dirigida por Jean Rozier. Fue también nombrado corresponsal del Jardín Botánico de Madrid y recibió una primera ayuda oficial, gestionada por el conde de Aranda.
Desde 1785 a 1787, Luzuriaga estuvo en Gran Bretaña como «pensionado de S.M. para la Medicina y la Química», en las condiciones que reflejan los documentos y el epistolario publicados por Juan Riera. Tras pasar por Londres, marchó a Edimburgo, en cuya universidad fue durante dos años discípulo, entre otros, del químico Joseph Black y del médico William Cullen. Obtuvo el título de maestro en artes y se doctoró en medicina con la tesis titulada Tentamen medicum, inaugurale, de Reciproca atque mutua Systematis Sanguinei et Nervosi actione (1786). Por otra parte, visitó varias industrias escocesas relacionadas con la química, como «la fábrica de cañones de Caran, la manufactura de vitriolo, la extracción de alquitrán del carbón de tierra y blanqueo de lienzos», así como algunas minas. Fue nombrado miembro de las Reales Sociedades de Medicina e Historia Natural de Edimburgo.
Pasó a continuación una temporada en Glasgow, ocupado principalmente en cuestiones químicas relacionadas con la medicina. En otoño de 1786 se trasladó a Londres, ciudad en la que permaneció hasta julio del año siguiente. Asistió allí a los cursos del cirujano y naturalista John Hunter y frecuentó varios hospitales, en especial el Guy´s y el St. Thomas, en los que asistió a la enseñanza clínica y también a las lecciones de química que daban William Saunders y Adair Crawford, respectivamente. Por último, volvió a pasar por París y trabajó algún tiempo en la Facultad de Medicina de Montpellier.
De regreso a España, tras una corta estancia en Bilbao junto a su padre, fijó su residencia en la Corte. Revalidó su título de médico tras los dos años reglamentarios de práctica y permaneció en Madrid hasta su muerte. Su actividad profesional y científica estuvo principalmente ligada a la Real Academia Médica de Madrid.
En la obra de Luzuriaga pueden distinguirse dos aspectos fundamentales: sus estudios sobre cuestiones de química fisiológica y sus trabajos en torno a problemas médico-sociales. Su primer estudio de tema químico fue una memoria acerca de la descomposición del aire atmosférico por el plomo que, como ya se ha adelantado, publicó el año 1784 en las Observations de Rozier. Expuso en él una serie de experiencias con las que intentaba aclarar el proceso de lo que hoy llamamos oxidación del plomo y sus derivados, comparándolo con el de otros metales. La base doctrinal del estudio era todavía la teoría del flogisto de Georg Ernst Stahl, dominante entonces en la comunidad científica europea. Continuó aceptándola en su tesis doctoral acerca de la interacción entre la sangre y el sistema nervioso (1786), en gran parte dedicada a investigar el mecanismo químico de la respiración mediante experimentos en animales y el estudio de la acción in vitro de los gases sobre la sangre arterial y venosa. Este trabajo alcanzó notable difusión: el propio Louis Bernard Guyton de Morveau se ocupó de él, para criticarlo, en la famosa segunda parte del primero de los volúmenes consagrados a la química por la Encyclopédie méthodique (1789). Christoph Girtanner plagió parte de sus experimentos en un artículo del Journal de Physique (1790) y August Winkelmann lo tradujo al alemán, y esta versión fue publicada en 1805.
En 1790 Luzuriaga volvió a ocuparse del tema al presentar su Disertación chimica fisiológica sobre la respiración y la sangre en la Real Academia Médica de Madrid. Con algunas modificaciones y adiciones, su texto fue publicado como volumen independiente en 1796 y, al año siguiente, formando parte del tomo de Memorias de la citada institución. En él se adhirió al nuevo sistema de Lavoisier, abandonando el de flogisto, y reprodujo experiencias recientes de diferentes autores, entre los que destacan sus antiguos profesores John Hunter y, sobre todo, Adair Crawford, del que había traducido al castellano la segunda edición de sus Experiments and Observations on Animal Heat (1788). También se defendió de las críticas de Guyton de Morveau y denunció el plagio de Girtanner.
En su célebre trabajo de 1780, Lavoisier y Laplace habían afirmado que la respiración era un proceso de oxidación localizado en los bronquios. La importancia de la contribución de Luzuriaga reside en que, a partir de su tesis de 1786, expuso una teoría que situaba en la sangre circulante la combinación del oxígeno con el carbono. En la historia de la fisiología respiratoria fue un primer paso en la línea que, a la larga, conduciría a la demostración por parte de Eduard Pflüger de que la respiración es un proceso intracelular (1872-1875). A finales del siglo XVIII defendió una teoría parecida a la de Luzuriaga el francés Joseph Louis Lagrange, aunque no publicó nada sobre la materia, y fueron conocidos sus puntos de vista por un trabajo de su discípulo Jean-Henri Hassenfratz. Marcel Florkin opina que Luzuriaga y Lagrange llegaron independientemente a las mismas conclusiones. Añadamos que el último capítulo de la Disertación lo dedica Luzuriaga a «las utilidades que resultan a la medicina de los puntos tratados en las secciones anteriores». Tiene el interés de figurar entre los más tempranos estudios que relacionaron el oxígeno con las asfixias y con la reanimación de ahogados y sofocados.
La obra médico-social de Luzuriaga tuvo como principales supuestos básicos los propios del «sanitary movement» de la Ilustración británica. Durante las dos décadas comprendidas entre los años finales de siglo y su fallecimiento, con el único paréntesis de la guerra de Independencia, desarrolló una intensa actividad en este campo, ocupándose de casi todos los problemas sanitarios centrales en esta época.
En 1797, la Real Academia Médica publicó su Tratado sobre el cólico de Madrid, estudio sobre las causas, la clínica y la prevención de las intoxicaciones por el plomo y el óxido de cobre, que cursaban con «cólicos» como síntoma principal y habían planteado un grave problema social.
En 1801, Luzuriaga introdujo en Madrid la vacunación antivariólica, convirtiéndose a partir de entonces en uno de sus más activos propagadores a todo el país. El mismo año presentó a la Real Academia Médica un Informe imparcial sobre el preservativo de las viruelas, que se conserva manuscrita en dicha institución junto a sus Papeles sobre la vacuna, consistentes principalmente en cartas y comunicaciones de sus corresponsales.
A lo largo de los años siguientes publicó, entre otros textos, un Discurso (1803) acerca de la higiene de las cárceles que pronunció ante la Real Asociación de Caridad, una traducción anotada (1804) del libro sobre la fiebre amarilla de Benjamin Rush y un Catálogo (1812), destinado a normalizar los medicamentos en las boticas hospitalarias, que confeccionó en colaboración con Bartolomé Piñera y Eugenio de la Peña a requerimiento del Ministerio del Interior. Dejó, además, numerosos manuscritos, de los que destacan una Memoria (1817) sobre la asistencia de los sordomudos dirigida a la Sociedad Económica Matritense, una Estadística político-médica en cinco volúmenes (1817-1819) acerca de las inclusas españolas y un Dictamen (1817) sobre enseñanza clínica.
La última contribución de Luzuriaga al inicio de la organización sanitaria española de carácter moderno fue colaborar en la comisión que redactó un Proyecto de Ley Orgánica de Sanidad Pública de la Monarquía Española, enviado a las Cortes en 1821, medio año antes de su muerte.
FUENTE: Texto extraido de www.mcnbiografias.com