Juan Nepomuceno Vizcarrondo (1791-1861)

Juan Nepomuceno de Vizcarrondo, traductor del Manual de Investigaciones Científicas y por ende de la sección “Geología” de Darwin, nació en la localidad gaditana de San Fernando el día 2 de enero de 1791. De sus padres, Pedro Vizcarrondo, Capitán de Fragata, y Ramona Gianetini, recibieron él y su hermano Pedro la vocación marinera. Su nombre, incluso le fue impuesto en homenaje al San Juan de Nepomuceno, navío de 74 cañones de la Armada Española que operaba desde 1766. Con estos antecedentes, no puede sorprender que muy joven iniciara la carrera naval. Concluidos los estudios elementales, embarcó como Guardia Marina en el navío Príncipe el 28 de febrero de 1803. Cinco años más tarde, el 1 de julio de 1808, pasó al navío San Justo con el que, a finales de agosto, partió para Veracruz y La Habana. El 23 de ese mes, el Rey Fernando VII, y en su nombre la Suprema Junta de Gobierno de Sevilla, “atendiendo á lo bien que me ha servido, y á que lo continuará con el mismo zelo” tuvo a bien nombrarle Alférez de Fragata. Este primer viaje transoceánico duraría algo más de cinco meses, pues no regresó a Cádiz, en el citado navío, hasta el 1 de febrero del año siguiente.

El 1 de marzo de 1809 fue transbordado a la fragata Cornelia. Durante los casi tres años que permaneció embarcado en ella participó en diferentes misiones que le llevaron, además de a diferentes puertos peninsulares, en una ocasión a Nueva York y en otra a Puerto Rico. Al salir de este último enclave a finales de 1810, para cruzar a Costa Firme, hubo de batirse con la lancha armada de la Cornelia a un grupo de rebeldes. Por R.O. de 24 de mayo de 1811 fue ascendido a Alférez de Navío.

Restituido a La Habana fue transbordado, en enero de 1812, a la goleta Veloz, destinada a cruzar y proteger el comercio de cabotaje de las costas de Veracruz y Campeche. Cuatro meses más tarde transbordó a la goleta Ramona, con la que hizo viaje a Santa Marta y, en la noche del 6 de septiembre de 1812 en que había que abandonar aquella plaza, recibió el encargo de elevar los cañones del fuerte de Santa Bárbara, echar al agua todos los pertrechos y embarcar la guarnición, lo cual verificó, desmontando dos cañones de campaña y salvando la mayor parte de los fusiles y sables que estaban en el cuarto del Castillo. Después se trasladó a Puerto Velo, donde le fue confiado por Manuel Funes, Comandante de Marina de aquel puerto, el mando de la goleta Príncipe.

Al mando de la goleta Príncipe participó, junto a otros buques, en varios convoyes. El 9 de junio de 1813, en que navegaba sólo, se encontró con tres Corsarios insurgentes que le infringieron descalabros de consideración, hasta el punto que embarrancó en costa enemiga y fue hecho prisionero luego de alcanzar a nado la costa. Permaneció retenido casi dos años, en los que incluso fue sorteado para ser pasado por las armas. Una vez que recobró la libertad y que llegó a La Habana fue juzgado en Consejo de Guerra de Oficiales por la pérdida de la goleta, proceso del que resultó en completa libertad.

En enero de 1816 fue embarcado en el bergantín Vengador, con el que entró en Cádiz el 10 de marzo. El 26 de julio pasó a la corbeta Descubierta, con la que escoltó un comboy hasta Canarias y cruzó el Cabo San Vicente. Luego del ascenso a Teniente de Fragata, que tuvo lugar por R.O. de 15 de octubre de 1816, tuvo a su mando la goleta Tránsito, en dos ocasiones, y la goleta Mariana, hasta que en noviembre de 1820 fue desembarcado para disfrutar un descanso.

El 29 de marzo de 1822 embarcó en la corbeta Diamante, de cuyo mando se posesionó interinamente el 15 de junio. Por R.O. de 17 de julio se le comisionó la conducción desde La Coruña a La Habana del Capitán General de la Isla y del Intendente de la misma, lo que verificó ya entrado el año siguiente. De aquella travesía, y de su regreso, se conservan en el Archivo del Museo Naval una abundante documentación con las observaciones de Vizcarrondo de las direcciones y velocidad de las corrientes, desde el mismo momento que la corbeta parte de Cádiz hacia Ferrol, el día 10 de enero de 1823.

En 1824, durante algo más de un mes, desempeñó la Sargentía de los Tercios Navales. Poco después embarcaba en el navío Guerrero, con objeto de atender a su armamento. En febrero del año siguiente salieron para Santiago de Cuba, Jamaica y La Habana, si bien como el 26 de agosto un furioso temporal había desarbolado el navío, en La Habana fue transbordado interinamente a la fragata Casilda, hasta que pudo volver a su navío destino.

El 11 de diciembre de 1827 fue ascendido a Teniente de Navío efectivo y el 25 de septiembre de 1828 fue trasladado a un buque anglo-americano para ir a Tampico y recoger los restos de la Expedición de Barreda. En los años siguientes, y fundamentalmente por aguas del caribe, participó en diferentes comisiones a bordo de varias embarcaciones, como la fragata Casilda, con la que llevó a cabo una diplomática a Puerto Príncipe, y la corbeta Liberal.

Por fin, en abril de 1832, regresa a Cádiz y es nombrado Ayudante de Armamento de La Carraca, cargo que desempeñó durante poco más de quince meses, pues en julio de 1833 le fue conferido el mando de la goleta Ligera. Como ésta se encontraba en La Habana, partió hacia allí en un bergantín mercante, no tomando el mando de aquella hasta el 10 de septiembre. Tuvo la goleta a su mando hasta el 29 de febrero de 1836, en que hubo de cesar, en el mismo, por haber sido ascendido a Capitán de Fragata el 21 de diciembre anterior.

Con objeto de restablecer su salud pasó buena parte de 1837, todo el 1838 y los comienzos de 1839 en el Pontón Teresa. En marzo de este último año se ordenaba su regreso a la Península. Así lo efectuó Vizcarrondo, si bien una vez en ésta solicitó, y le fue concedida, licencia para atender en la Corte diligencias propias. Mientras que disfrutaba esta licencia, para la que obtuvo varias prórrogas, fue promocionado a Capitán de Navío.

Agotada la licencia, Vizcarrondo abandonó Madrid y se presentó en Cádiz el 27 de junio de 1840. Tras el verano, por acuerdo de la Junta Superior de Gobierno de la Provincia, se le encargó la Capitanía del Puerto de Cádiz, que desempeñó durante poco más de dos años. Entretanto, por R.O. del 10 de mayo de 1841 le fue concedida la Cruz de Comendador en la Real Orden Americana de Isabel La Católica. Según el expediente de concesión, que se conserva en el Archivo Histórico Nacional, la propuesta iba firmada por el Secretario de Despacho de Marina, Joaquín de Frías, para premiar los servicios militares que Vizcarrondo había tenido mandando la corbeta Liberal sobre las costas de Cuba. La concesión fue firmada en Palacio, el día 9 de mayo, por el Duque de la Victoria, o sea por el general Baldomero Espartero, Regente del Reino por la minoría de edad de Isabel II, que notificaba –en ese día– a Joaquín María de Ferrer, en esos momentos Presidente del Consejo de Ministros, lo siguiente:

“Teniendo en consideración los méritos y buenos servicios del Capitán de Navío de la Armada Nacional Don Juan Nepomuceno Vizcarrondo, ha tenido a bien la Regencia Provisional del Reino, en nombre y durante la menor edad de Su Majestad la Reina Doña Isabel Segunda, concederle Cruz de Comendador de la Real Orden Americana de Isabel La Católica, tendreislo entendido y lo comunicaréis a quien corresponda.”

La situación económica de Vizcarrondo en esos momentos debía ser delicada, ya que, ante la concesión de la condecoración, dirigió un escrito al Regente en el que, luego de exponer que como para obtener el diploma correspondiente era preceptivo satisfacer 3.000 rs. al tesorero de la Orden, 1.500 a la Caja de Amortización y 1.000 al Hospicio de la Corte, y que él no podía afrontar estos pagos por carecer de medios para ello, por el gran atraso de pagos que sufría la Marina, suplicaba se dignase relevarle del pago de las cantidades expresadas, mandando que le fuera expedido el Diploma de comendador de la Real Orden Americana de Isabel La Católica sin abonar ninguna cantidad, lo que finalmente consiguió.

Permaneció Vizcarrondo dos años al frente de la Capitanía del Puerto de Cádiz, ya que poco después de ser nombrado, por R.O. del 26 de octubre de 1842, comandante de la fragata Cortés, entregó la Capitanía al Capitán de Fragata D. Carlos de Oribe. Con dicha fragata llevó a cabo algunas campañas por el mediterráneo, pero no por mucho tiempo, pues por R.O. de 2 de junio de 1843 se le concedió la Capitanía del Puerto de Santiago de Cuba por dos años, en atención a que no desempeñó la de Cádiz todo el tiempo señalado. Cinco meses después, el 9 de noviembre, tomaba posesión de la Capitanía de dicho puerto.

Durante los algo más de dos años que desempeñó la Capitanía del Puerto de Santiago de Cuba hubo de ocuparse en algunos momentos, interinamente, de la Comandancia de Marina de la Provincia y del mando de los buques de aquella estación. Su cese, en la Capitanía, tuvo lugar el 16 de marzo de 1846.

Regresó al Departamento de Cádiz, no encargándosele el mando de la fragata Esperanza hasta junio de 1847. Hay que dejar constancia que en este intervalo de tiempo tradujo el Tratado de la descripción y manejo de varios instrumentos de astronomía y navegación del inglés Frederick Walter Simms, obra, que como muchas de sus traducciones posteriores, publicó la gaditana Imprenta de la Revista Médica. Al año siguiente fue nombrado Comendador de número de la Real y distinguida Orden de Carlos III y en 1849, por R.O. del 2 de febrero, fue ascendido a Brigadier.

Como Brigadier se le confió el mando del navío Soberano, si bien desempeñó durante poco tiempo este cargo, y durante poco tiempo también fue Brigadier en efectivo, ya que por R.O. de 18 de junio de 1850 fue declarado exento de todo servicio.

Fue a partir de quedar exento de todo servicio cuando emprendió una formidable actividad como traductor de obras inglesas que se interesaban por diferentes aspectos de la vida en el mar. Su bagaje era docto. Dejando a un lado el Manual de Investigaciones Científicas dispuesto para el uso de los Oficiales de la Armada al que, por ser el que contiene el texto de Darwin, ya hemos dedicado capítulo aparte, entre estas traducciones tenemos las siguientes: Investigaciones acerca de la naturaleza y curso de los vientos tempestuosos en el océano Indico al sur del Ecuador, de Alexander Thom, en 1852; Nuevo tratado de la ley de las tormentas y vientos variables: para el uso práctico de la navegación, del teniente coronel William Reid, en 1853; Tablas para facilitar la práctica de la navegación por el círculo máximo y para determinar los Azimudes, por John Thomas Towson, en 1855; y la Geografía física del mar, de Matthew Fontaine Maury, en 1860.

Juan Nepomuceno de Vizcarrondo falleció a finales de julio de 1861. A las seis de la tarde del día 31 de julio sus restos fueron conducidos al Cementerio de San José de Cádiz. Precedían la caja mortuoria cuatro hermandades, gran número de pobres del hospicio con hachas encendidas y la cruz parroquial castrense. Las cintas de la caja las llevaban varios marinos de alta graduación, entre ellos los Sres. Manterota y Grandallana. Detrás de la caja, que iba conducida por marineros, marchaban individuos de la Sociedad filantrópica de veteranos de la Milicia Nacional y gran número de Jefes y Oficiales de todas las armas. Cerraba el cortejo fúnebre un batallón de infantería, al que seguía gran número de coches de alquiler y particulares.

En Puerta de Tierra, al irse a dar sepultura al cadáver, hizo el batallón que le acompañaba las descargas de ordenanza. Fue inhumado en dicho Cementerio de San José, en el nicho 82, fila 3ª, patio 5º, Línea Norte. No sabemos el tiempo que permanecieron allí los restos de Vizcarrondo, pues a mediados del siglo siguiente –en 1949 y posteriores— se hicieron nuevos enterramientos es esa unidad que, entonces, compra a perpetuidad D. Eduardo Ayllón Franco. Con posterioridad, a petición de esta familia, la unidad fue exhumada, trasladándose los restos que allí se encontraban al Cementerio Mancomunado de Chiclana.

Por:
ALBERTO GOMIS BLANCO
Universidad de Alcalá
JAUME JOSA LLORCA
Institución Milá y Fontanals CSIC. Universidad de Barcelona