El P. Terreros tenia impreso el tomo I.° y como la mitad del 2.° de su Diccionario, cuando sucedió la expulsión de los Jesuitas. Este acontecimiento influyó en que asi la parte impresa como la inédita quedasen sepultadas por muchos años. Tuvo noticia el Conde de Floridablanca, siendo Ministro de Estado, de que todo existia en la Biblioteca de los Estudios Reales, y encargó entonces á los bibliotecarios don Francisco Meseguer y don Miguel de Manuel que coordinasen y diesen á luz toda la obra, para lo cual hallaron entre los manuscritos que se habian aglomerado, pertenecientes á aquellos religiosos, la copia presentada al Consejo, muchos paquetes de cédulas ordenadas, y el prólogo original, aunque sin la debida corrección. Con estos auxilios, y siguiendo la idea y primitivo plan, continuaron como pudieron la edición, supliendo lo que faltaba ó se habia extraviado, y se publicó el primer tomo en Madrid el año 1786, cuatro después de haber fallecido en Italia su laborioso y benemérito autor. Si éste hubiera podido coordinar tranquilamente sus borradores y apuntamientos, añadir y rectificar sus artículos, escoger y desechar las voces mestizas é impropias, acopiadas tal vez con precipitación y poco examen, y aun cuidar de la edición de su obra, al cabo de tantos años de observaciones, es evidente que los aciertos serian mas y los errores menos, ya que no sea dada la perfección en obras de esta clase, y mucho menos cuando se tratan materias extrañas en que es preciso caminar con guia y auxilio de otros, ó discernir y juzgar por conocimiento ageno. Menos disculpables son los que, aun siendo facultativos, le han seguido ciegamente sin juicio ni crítica, incurriendo en errores tanto mas perniciosos, cuanto que se hallan apoyados por hombres de grande reputación.
Después de tantos escritos y doctos afanes sobre la nomenclatura marítima, carecemos aun de un Diccionario náutico, y probablemente careceríamos de él por mucho tiempo, si el Rey nuestro Señor, que tan generosamente fomenta todos los estudios y conocimientos útiles á sus vasallos, no hubiese promovido esta empresa mandando al Director del depósito Hidrográfico, por Real orden de 16 de Mayo de 1827, le informase sobre los medios de llevarla al cabo,atendida la utilidad que ofrecería la publicación de un Diccionario de Marina en que se contuviese la sencilla definición y significado de las voces usuales, y su correspondencia con algunas de las de nuestros antiguos navegadores ya desconocidas, y con las inglesas y francesas del dia, para lo cual se podria contar con los auxilios que á este fin proporciona la rica y escogida Biblioteca de aquel establecimiento, y con los demas que se pudiesen reunir. Por entonces presentó el Teniente de navio don Miguel Roldan un Diccionario marítimo que había formado privadamente durante sus navegaciones y campañas de mar: trabajo importante por la extensión de sus explicaciones facultativas, y por la copia de sus voces y frases, y muy plausible por el celo con que se apresuró á presentarlo para cooperar á las intenciones de la superioridad, aun cuando carecia de cierto orden y corrección, de varios artículos anexos á algunas profesiones de Marina, de la correspondencia con el castizo lenguage de nuestros antiguos navegantes, y con el que usan actualmente las principales naciones marítimas de Europa. Casi al mismo tiempo acudió desde Salou el Capitán de fragata y de aquel puerto don Timoteo O-Scanlan, solicitando Real permiso y privilegio exclusivo para imprimir un Vocabulario marítimo trilingüe que tenia concluido, y se reducía á una nomenclatura ó índice de las voces náuticas españolas con sus correspondencias en francés y en ingles, pero sin definirse ni ilustrarse como era la voluntad de S. M. y lo exigia la utilidad pública. De todos modos este trabajo preliminar debia ser de gran auxilio á la empresa, como fruto que era del estudio y aplicación de un ingeniero hidráulico que había navegado y poseía bien los dos idiomas extrangeros. Por estas consideraciones se le mandó venir á Madrid para completar y perfeccionar su obra según el plan ya indicado: se le facilitó al efecto por la Dirección Hidrográfica gran parte de los Diccionarios castellanos manuscritos de que arriba se ha hecho mención, y otros dos que sucesivamente se remitieron por el Ministerio. Uno de ellos, escrito por el Teniente de navio don Juan Vizcarrondo, es una compilación de voces y frases, aunque muchas sin definir: el otro es un Vocabulario metódico y exacto español-ingles, obra del Teniente de navio don Juan José Martínez, que posteriormente ha enviado la segunda parte inglesa-española, mas curiosa é instructiva por las noticias y explicaciones apreciables que hace sobre la Marina inglesa. Hasta nueve Diccionarios extrangeros pudo suministrar el Depósito Hidrográfico. Son entre ellos muy notables el de Neuman, impreso en Londres el año 1800, que contiene las voces inglesas con sus correspondientes en francés, español, portugués, italiano y alemán; y el de Roding, impreso en Hamburgo en 1798, con la explicación en alemán y sus correspondencias en holandés, dinamarqués, sueco, ingles, francés, italiano, español y portugués.